Juntas tóxicas

Juntas tóxicas son quienes no te hacen mejor.

Es utópico pensar que nuestros hábitos no influenciarán a otros. Principalmente si vivimos con niños o personas que aún no han desarrollado su personalidad. Si tengo un hermano pequeño y le robo caramelos al quiosquero, será cuestión de días que la criatura se convierta en el Al Capone de las carameleras.

¿Qué hace un intoxicador?

Transmite hábitos espurios que te producen un deterioro mental, espiritual y físico. Esa persona no necesariamente actúa de mala fe, muchas veces no advierte que ha diseminado tóxicos a uno o varios de sus vínculos. También es importante no soslayar que nosotros mismos podemos ser tóxicos; por lo tanto, será nuestro menester detectarlo, aceptarlo y erradicarlo. Creanme que es poco creíble, falto de autocrítica y de una ignorancia supina, pensar que tóxicos son sólo los otros.

Estos son algunos ejemplos:

  • Exhortar al garrón como mecanismo de ventaja, dígase “colarse en una fila”.
  • Generar tópicos de conversación relacionados a defectos de terceras personas.
  • Menospreciar la pareja de otra persona subestimando la inteligencia de ambos.
  • Instar al abuso de ingesta de alcohol o alimentos como proeza.
  • Justificar el consumo de tóxicos con argumentos del tipo “De algo te vas a morir“.
  • Asociar la felicidad a la adquisición de ofertas o consumo de moda.
  • Fomentar el poco hábito de estudio con la excusa de que en la vida hay que disfrutar.
  • Inocular la creencia de que nuestro objetivo en la vida es prosperar.

Desarrollemos un par de estos ejemplos, cuyo propósito no hace más que intoxicar.

“Fomentar el poco hábito de estudio con la excusa de que en la vida hay que disfrutar.”

– No tengo la voluntad de estudiar, pero me será menos doloroso si hago que mis amigos abandonen. Dice entre líneas el intoxicador.

Persuadir requiere un hábil argumento de manipulación.

– ¿Para qué estudias tanto?, disfruta la vida, sólo se vive una vez –esgrime en su discurso.

No existe ley que establezca al estudio como un martirio, principalmente porque la adquisición de conocimiento nos hace libres, nos permite abrir un abanico de posibilidades frente a cualquier emprendimiento.

Consideremos un entretenimiento adolescente como los videojuegos. Si cuando me enfrento a un videojuego con el objetivo de sortear niveles, mis conocimientos de matemática y física son decentes, abriré un abanico de posibilidades que el vago no; entenderé que los objetos caen según una fuerza gravitatoria y que en la luna no existe la misma gravedad que en la tierra, mucho menos en Júpiter; sabré que si mi nave va a colisionar con meteoros, no es lo mismo chocar con una piedra en reposo que con una en movimiento. Si fui a las clases de historia, entenderé el contexto histórico del juego y por qué las armaduras de los personajes presentan esas características. Si no abandoné las clases de música, disfrutaré mejor la melodía del juego.

“Inocular la creencia de que nuestro objetivo en la vida es prosperar.”

En contraposición aparece esta sugerencia, habitualmente empleada por los padres para exhortar a sus pequeños a asistir a centros estudiantiles. En la vida no tenes que estudiar para ser alguien ¡Ya eres alguien! y hablarán de ti las cosas que tú hagas por los demás. Hay muchos estudiosos egocéntricos e insensibles; por otra parte, es una idea egoísta pretender que el estudio es una herramienta para evitar el trabajo sucio. El propósito más noble de adquirir conocimiento es la emancipación, conocernos a nosotros mismos y comprender nuestro entorno. Aprenderemos fenómenos que nos permitirán asir nuevos instrumentos para vivir una vida más plena. Adquirir destrezas nos mejorará el lenguaje, y con él, la comunicación con nuestros pares, conoceremos personas interesantes, nos sensibilizaremos, arrojaremos luz donde la mayoría arroja sombra. La vida no se divide entre inteligentes que hacen el trabajo limpio y mentecatos que hacen el trabajo sucio, ese es un dogma desconsiderado; todos deberíamos hacer el trabajo limpio y el trabajo sucio; al fin y al cabo, este último, templará nuestro espíritu.

¿A dónde voy?

Decir que no existe placer en la adquisición de conocimiento es mentira; les aseguro que enfrentar una consola de videojuegos sabiendo algo, recibirá un estímulo mucho mayor que hacerlo arbitrariamente para disparar, matar bichos o mover jugadores de fútbol a lo largo de una pantalla. Tóxico es el engaño, hacernos creer que no existe goce; de la misma manera, considerar el conocimiento como un gran “salvarse el trasero”. Por eso, no te dejes engrupir, acércate a quien lee, a quienes estudian matemática o tocan la guitarra por amor; evita juntarte con aquellos que desprecian al otro o se la pasan burlando de los que estudian. No faltes a las clases de inglés por irte con el vago, quédate con aquellos que terminan lo que empiezan. Te aseguro que mañana cuando estés charlando con un chino en alguna calle de Nueva York, vas a recordar estas pocas; lamentablemente no lo puedo hacer, le hice caso a los giles.

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