Maradona

Karl Popper fue un filósofo austríaco quién creó una corriente epistemológica denominada «Principio de falsabilidad»; este principio intenta refutar una determinada teoría a través de un ejemplo contrario; si dicha teoría no puede ser refutada, automáticamente queda verificada, pudiéndose aceptar provisoriamente.

De algún modo y llevándolo a un terreno coloquial, Popper nos dice: Loco, si toda la marea va hacia el sur, prestale atención al norte; si todo el mundo dice que Carlitos es malo, pensá un minuto que Carlitos puede ser bueno, desconfía, ¡desconfía de la muchedumbre loco!

Un día, sin saber de la existencia de Popper y mucho menos de la teoría de la falsación, luego de ver que casi todos los medios más importantes de comunicación mostraban a Diego Maradona como un ser execrable, se me dio por pensar absolutamente lo contrario e ir a investigar episodios en los cuales Maradona dejara de ser imputable para transformarse en alguien digno.

Y encontré estas cosas:

Todos quienes fueron compañeros íntimos de Maradona, principalmente en concentraciones, dejaban en claro lo buen compañero que era; lo empático y preocupado que se mostraba siempre. Uno de ellos fue Claudio Borghi; posiblemente muy pocos lo conozcan; Borghi fue suplente de Maradona en el mundial de México 86′, es uno de los denominados futbolistas cultos, principalmente por su hábito a la lectura y por otra parte, es una conocida persona intachable.

Claudia Maradona, su ex esposa, no era una joven modelo en busca de fama y prestigio, sino que en su juventud era una chica de clase alta, no muy agraciada físicamente, con una cultura muy superior a la del pibe de Villa Fiorito y tímida; la cual prescindía de toda exposición mediática.

La primera vez que descubrí los movimientos turbios ejecutados por la FIFA fue en una nota que hizo Mario Uberti a Diego Maradona, realizada aproximadamente en 1989; en la misma, Diego hablaba de la obsecuencia de muchos ex futbolistas, los horarios impropios de los partidos y el enriquecimiento ilícito de dirigentes que tenían cargos honorarios en dicha federación. Todo esto comprobado a futuro.

Por último, una anécdota relatada por Silvio Marzolini, técnico de Boca Juniors en el año 1981, primer año que Maradona juega en ese club. A la llegada de Maradona, Boca venía de una serie de malos resultados y graves enfrentamientos entre jugadores y dirigentes con la barra brava del club (La 12); los jugadores para hablar por teléfono con sus familias, en las concentraciones, debían salir de Casa Amarilla (concentración de Boca), ir a un teléfono público y hacer fila frente a los teléfonos; uno de esos días, en el momento que algunos jugadores estaban fuera de la concentración, llegaron integrantes de La 12 armados con revólver para intimidarlos, pidiéndoles explicación de su poca entrega; en determinado momento apartaron violentamente a uno de ellos, lo tiraron al suelo y le pusieron el arma en la frente. Sólo un jugador zafó de la obsecuencia para ir a sacar la cara por su compañero, su nombre era Diego Armando Maradona y tenía 17 años.

Si estimo la filosofía de Popper, debería decir que luego de estas cuatro reseñas anteriores, automáticamente queda descartada la teoría de que Maradona es un ser execrable. Lejos estoy de escribir estas pocas con el propósito de salir en defensa de Diego, principalmente porque hay otros muchos referentes que admiro por encima del 10; lo hago en contra de la moral farisea, la cual vive buscando el defecto en lo ajeno para justificar su poco coraje. Por supuesto que Maradona ha dicho barbaridades, está claro que ha tenido graves desatinos en su vida, pero también los he tenido yo. A Maradona lo juzgan por drogarse y ser infiel, personas que se drogan y son infieles ¿Dónde está la autoridad moral?

Si quien juzga al futbolista lo hace desde una ética farisea, por supuesto que es el peor de todos, pero es una moral falsa, que se oculta, finge, poco diáfana, poco auténtica, juzga y desestima la épica porque carece de ella, entonces ¿Qué hace? Busca el error, el detalle, el pecado, el desatino, para agrandarlo, destacarlo y disuadir.

Yo a mis amigos no los quiero perfectos, los quiero amigos, los quiero valientes, auténticos. Me gustan los que van al frente, los que se la juegan, quiénes arriesgan su vida y se embargan. No me importa que mis amigos digan disparates y se droguen, los quiero fuertes en el frente de batalla, hidalgos, predispuestos.

Por eso, antes de menoscabar a alguien, es preciso conocer profundamente acerca de ese alguien y no quedarse con los dichos y opiniones de pseudo-periodistas obsecuentes a los grandes medios de comunicación; debemos ir más allá, ver donde nadie ve, debemos falsacionar los dogmas, para al final entender, que a quién primero debo señalar, es a mi mismo.

Menosprecia quién ignora, por eso, haz prevalecer siempre el hambre de conocer por sobre la indignación.

2 COMENTARIOS
  • Miguel Horacio LOPEZ DAS EIRAS
    Responder

    exxxxxxxxxxxx ceeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee leeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeem teeeeeeeeeeeeeeeeeeee

  • Anónimo
    Responder

    Miseria del historicismo y La sociedad abierta y sus enemigos son libros con los que Popper sacó chapa de conservador, liberal y antipopular. Ni Maradona ni el pueblo lo necesitan
    J

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