La mariposa flota sobre la serpiente

La niña me abandonó, se fue al cuarto. Parece mentira, por momentos observo en ella los mismos deseos de libertad que me arrebataban cuando niño. Recuerdo vivamente mis escapadas al parque para estar solo y pensar. Era una especie de opresión mental que me instaba a apagar las voces circundantes. Mucho tiempo rodeado de gente me perturbaba, no importaba quién fuese. Luego fueron las reuniones sociales, llegaba un momento en el que quería desaparecer, no me sentía parte. Nadie me hacía nada, simplemente la opresión otra vez, la incomprensión. Sentía que estaba rodeado de robots que repetían las mismas cosas una y otra vez; lo que alguien ya había dicho. Nadie sabe exactamente quién, pero no eran ellos. No existía una sola alma capaz de transferir sus verdaderos sentimientos; simples máquinas repetidoras, pero con distinta cáscara. Habían diferencias, mas eran superficiales, porque en esencia, detrás de ellos se escondía subrepticiamente otro alguien que pensaba en su lugar. Con esto no me excluyo, simplemente expreso la sensación que me arrebataba en aquel momento. Los mismos conceptos, los mismos sueños, las mismas zanahorias, tautología tras tautología. Sin embargo, no todos se daban el lujo de acceder a esas zanahorias, aspiración generalizada, maldita cosa llamada ‘buen vivir’: Tener una pareja de buena reputación, brindar fiestas para llamar la atención, ser reconocidos, ganar buen dinero. Absolutamente todos corriendo detrás del amor de posesión recíproca, una y otra vez, como única razón de dicha ¡Sí!, eso que estimula la publicidad para venderte joyas e hipotecas. Claro está que quienes no accedían a esas selectas mieles terminaban sumidos en el más profundo desasosiego. De todas formas lo disimulaban muy bien haciéndose alternativos, pero quien era capaz de observar con agudeza crítica el reflejo de sus ojos al instante se daba cuenta del fraude. En su fuero más íntimo padecían por tener sus vidas en falta.

Aceptaras la belleza única

Si tan solo fuésemos capaces de aceptar la vida que nos tocó en suerte, la que libra el universo con sus inmanentes circunstancias. Para vivirla intensamente, conscientemente, plenamente, con lo bueno y lo malo.

No hay que desear ni aspirar a nada, simplemente vivir con curiosidad. El deseo y las aspiraciones envenenan el alma, nos vuelven esclavos. Conocer quienes somos, sin comparaciones, superarnos a nosotros mismos por el puro placer de mejorarnos con respecto a ayer. Sin comparecer ante nadie, compartir y escuchar. No intentar pasar por encima de nadie ni permitir que pasen por encima nuestro; en equilibrio, sentimiento y razonamiento, acordes, como el equilibrista que sostiene la vara mientras camina por la cuerda floja. La vida es una cuerda floja sin arneses ni mallas de contención.

Por cierto, lograr este estado de conciencia es muy difícil, más aún en medio de esta cultura; siempre con una meta para alcanzar y rodeados de falsos profetas. Nuestros guías espirituales son los conductores de noticieros y programas de entretenimiento radiales; fabricados por los mismos programas educativos dictados por el sionismo y la masonería, homogeneizando la vida, utilizando arquetipos de una falsa moral. Vivimos inmersos en una fábrica de adictos; a las relaciones, a la violencia, al juego, al alcohol, a los alucinógenos, al cigarrillo, a los fármacos, a las redes sociales. Nuestros viejos héroes fueron Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, fumadores y bebedores que a través de la pantalla, la industria tabacalera y alcoholera nos presentó como tótems ¿Quién quiere ser Humphrey Bogart? Nuestros héroes falsos son los Mick Jagger, fomentando el estereotipo del rockero reventado, pero que tras bambalinas se alimentan con dietas veganas y agua mineral para seguir montando su falso arte ¿O creen que una persona longeva puede bailar en un escenario a los 70 años habiéndose inyectado periódicamente heroína? Los muertos fueron sus seguidores, no ellos.

–No sé quién le hizo creer a la gente que nosotros, los rockeros, somos héroes. Yo, por ejemplo, soy un tipo al que le gusta coleccionar autos deportivos y camperas de cuero –dijo Eric Clapton.

La adicción no son las drogas, sino una patología mental producida por la disfunción de la glándula que genera dopamina. La dopamina es una de las drogas naturales que cumple la tarea de regular nuestro estado de ánimo. Es la sustancia que permite que las angustias no nos desborden. Droga, sexo, azúcar, harina, grasa, juego, etc; son portadores de la droga que suple la que no produce nuestro órgano rector. Cuando se inició la recarga artificial, ya no se puede parar la compulsión.

¿Ahora entienden por qué los aficionados al running no pueden parar de correr?, se acostumbraron a segregar drogas estimulantes naturales a través de su propio organismo (dopamina, serotonina, endorfina). Estas alivian el dolor, reducen el estrés y mejoran el ánimo. Benditos los que corren.

Adicto proviene etimológicamente de addictus, en la antigua Roma un addictus era un deudor, su acreedor se arrogaba la potestad de venderlo como esclavo. Un adicto es un esclavo, esclavo de sus propias obsesiones, compulsiones y negaciones. Lo más difícil para un adicto es aceptarlo.

El germen que deteriora la correcta formación del sistema de recompensas de un humano es incierto, pero se acrecienta con la violencia física y psicológica recibida en la etapa formativa; el momento en el que el niño desarrolla su caja eléctrica. Discusiones, insultos, agresiones físicas, mentiras, desprecio. Esta batería produce un deterioro neurológico irreversible. Problemas motoros, atencionales, dificultad al hablar, etc. No significa que a todos le suceda, hay quienes sortean la tormenta, pero las almas más sensibles difícilmente escapen. No es un problema de estratos sociales, todos somos víctimas de una sociedad hipócrita a merced de un grupo de rufianes y de la ignorancia que no nos permite revisarnos a nosotros mismos.

–Para que nazca el nuevo hombre debe desaparecer la familia –dijo Nietzsche.

No creo que ninguno de los padres que oprime a sus hijos lo haga por maldad, por el contrario, el motor es el amor, pero el amor ignorante es el más cruel de los amores. Es un amor espurio, adulterado, heredado de las telenovelas de la tarde, carente de religión. Vivimos en medio de una vorágine de mal humor porque el dinero no alcanza, porque estamos obligados a trabajar muchas horas; nuestro tiempo más valioso lo gastamos con gente que no queremos, que no nos comprende. Siempre con miedo a la inseguridad, deseosos de tener la heladera llena y temerosos de no poder pagar la renta. Callando, alejados de la lectura, la religión, la filosofía. Si el hombre estuviese unido al cosmos no necesitaría leer, leer se vuelve indispensable porque somos una raza manipulada. Por eso tenemos que ir a buscar en los tachos de basura de la cultura, ahí están los héroes; todos aquellos que la lectura oficial desprecia, repudia y acalla. Los poetas malditos y cientos de escritoras mujeres que escribían sabiendo que no serían publicadas. ¡Sí!, el mejor escritor que leí fue una mujer que no publicó textos en vida, se llamaba Simone Weil, fue servidora de la Cruz Roja. Ellos buscaron la verdad. La verdad habita en el bajo fondo, en las cárceles, en los hospitales psiquiátricos y en los incomprendidos; ahí está la gente que llegó a su fondo, esa que irremediablemente perforó su corteza. La verdad no habita en los miles de anaqueles llenos de mala literatura. Ahí solo hay hambre de reconocimiento, entretenimiento para el verano; escritores que jamás han dicho nada relevante.

–¿Cuántos libros ha leído? –le preguntó el periodista a Henri Cartier Bresson.
–Cinco o seis –respondió el fotógrafo.
–¿Tan pocos? –le preguntó el periodista.
–No hay tantos libros buenos, lo importante es leer los fundamentales y luego releerlos a lo largo de toda la vida, así seguimos descubriendo lo que antes no descubrimos –respondió el fotógrafo.

Eternas jornadas laborales que desembocan en una suculenta cena frente al noticiero, yéndonos a dormir pesados de cuerpo y vacíos de espíritu. Desesperados por conseguir más, por llegar a la meta, por ser aceptados; sí, aceptados por nuestros falsos círculos. Guetos de mediocridad venal y moral farisea, que se reúnen a contar hazañas y burlarse del otro. Tratando de loco a todo ser que brilla con luz propia, criticando diferencias y alabando semejanzas. Somos padres que gritamos a los cuatro vientos el orgullo que sentimos por nuestros hijos, mientras los enfermamos transformándolos en copias de nuestra propia vulgaridad.

Esa ilusoria clase media que malgasta su vida trabajando en lo que no le gusta para solventar la educación de sus hijos; clases de inglés, de piano, educación académica ejemplar, pero que rara vez se los ve leyendo. Eso al niño le causa tristeza, desasosiego -aunque no sepa decirlo-. Dar el ejemplo no es la mejor manera de inspirar, es la única. Sin consejos, sin sugerencias, en silencio. Eso, la sabiduría hace silencio, no da consejos. Consejos dan los que no saben qué diablos hacer con su propia vida. La única sabiduría es la que se transfiere de generación a generación en silencio. Ser mudo debería ser una bendición, no una incapacidad. Siquiera esto que escribo es sabiduría, porque al igual que el “no silencio”, el logos, la palabra, está cargada de ideología, ¿creyeron que soy Platón?, nada más alejado de la realidad, soy un adicto más en medio de la arena; eso sí, con la dignidad de no negarlo o buscar endulzar los oídos de alguien.

La sabiduría acepta su miseria, no la esconde.

–¿Cuándo te diste cuenta de que eras un buen jugador de fútbol? –le preguntó el periodista a Juan Sebastián Verón.
—El día que pude aceptar mis limitaciones y dejar de intentar hacer lo que no sabía. No soy habilidoso, me limito a aceptar mi rol –respondió el jugador.

Estamos acostumbrados a hablar, pero no escuchamos, solo nos interesa que llegue nuestro turno; así demostramos nuestra capacidad deductiva. Nada nos aleja más de la comunión con el otro que el deseo de tener razón. El ser social es el veneno del gregario. El genuino gregario está en comunión con el otro, lo acepta, acepta sus diferencias, crece con ellas, no busca la razón, se une para juntos buscar la verdad. Con la tranquilidad de que el goce está en buscarla, no en encontrarla; porque lo más importante es compartir la vida en comunión. Cuando no escuchamos al otro, en realidad, no nos escuchamos a nosotros mismos. El prójimo es el reflejo de nosotros. Sin embargo, mientras el otro nos está compartiendo estamos desesperados por escapar a la pantalla de nuestro celular.

Tampoco me adhiero ciegamente a la manida filosofía de Cambalache -maravilloso tango de Enrique Santos Discépolo- que profesa al siglo XX como un despliegue de maldad insolente. El mundo habita en nosotros mismos, si cambiamos nosotros, cambia el mundo. Estamos en cobarde huída de nosotros mismos ocultando la realidad de que nos vamos a morir; por eso buscamos la inmortalidad sujetos a un alfajor de chocolate con doble relleno de dulce de leche.

La verdad angustia, pero sana; la mentira distrae, pero envenena; no existe dicha sin verdad, sin un despojo. Nacemos en una gran aldea de mentiras con el único propósito de tapar la angustia que nos produce la verdad. Le huimos a la verdad como a una peste -aunque cínicamente la reclamamos-. Quien no da un giro a su vida, quien no se atreve a cruzar el puente, quien no se despoja, muere vivo. Sin religión estamos fritos. Religión significa “acción y efecto de ligar fuertemente”; eso que una vez fue separado. Justamente lo contrario al individualismo imperante. El individualismo fomenta el pensamiento binario: ¿Sos feminista o sos machista? ¿Sos aborto legal o sos pro vida? ¿Sos de izquierda o sos liberal? ¿Sos marxista o sos fascista? ¿Sos de papá o sos de mamá?

¿Por qué demonios la señora proyecta fotos de muñecas barby sobre la inocente mirada de la niña? Esa niña por el simple hecho de ser humano, por ser mujer, por ser única, ya es pura belleza. La esclavitud no es un factor externo que nos acecha, sino nuestra propia mente atrapada de creencias. Las mismas creencias que luego inoculamos a nuestros niños. Una mujer no necesita buscar gustar, no necesita maquillaje, no necesita resaltar sus prominencias, conquistar a nadie, ni pararse sobre zapatos de plataforma para parecer más alta. Porque la belleza acepta su altura, habita en la propia singularidad, desde su concepción con rasgos distintivos que la hacen única. La belleza siempre es interior, porque si estoy bien interiormente, estaré bien hidratado, bien alimentado, mi piel humectada, mi cuerpo sano, mi estado de ánimo será bueno, tendré una propia voz. Estaré en comunión con el entorno y rodeado de las personas necesarias, sin buscar ser aceptado, sin buscar gustar. Transformaré en luz cada espacio de sombra que mi presencia eleve, porque alguien bello interiormente es irresistible para una mente sana.

–Si preconizamos lo contrario de un mal permanecemos en el nivel de ese mal –dijo Simone Weil.

–El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal –dijo Simone de Beauvoir.

–La oscuridad no puede sacarnos de la oscuridad. Solo la luz puede hacerlo. El odio no puede sacarnos del odio. Solo el amor puede hacerlo –dijo Martin Luther King.

–Emancípate de tu esclavitud mental, nadie excepto nosotros mismos puede liberar nuestras mentes –dijo Bob Marley.

–Terminaremos con la esclavitud el día que seamos capaces de renunciar a la hospitalidad –dijo Nietzsche.

La esclavitud, el racismo, el machismo, no son una amenaza externa, sino la manifestación de nuestra propia alma encarcelada. Sin darnos cuenta lo propagamos, terminamos siendo lo mismo que juzgamos. El convicto que acepta al carcelero está libre, el carcelero que odia al convicto está preso. La mujer debe renunciar a la hospitalidad del hombre, dejar de buscar seguridad, no pararse sobre zapatos de plataforma; porque la seguridad es una ilusión que destruye la vida. La vida es inabarcable, impredecible, insegura; porque la mariposa flota sobre la serpiente, se eleva, no está atada a la tierra; por eso no teme, no intenta atacar, no se ve amenazada. Acepta la vida que le toca, por eso su pasaje por la vida es fugaz, se trasforma, da color al mundo y lo mejora.
La religión se eleva por sobre el pensamiento binario, no trata de pertenecer a un grupo, trata de encontrarse con el otro, fundirse con el otro, aún con nuestros enemigos. ¡Sí!, el desconocido también es mi hermano, el que piensa distinto a mí también tiene mi sangre, porque venimos de la misma piedra.

12 COMENTARIOS
  • Marta
    Responder

    Buenisimo!!!!

    1. gorrión
      Responder

      Gracias Marta.

  • Marta
    Responder

    Estoy de acuerdo con lo escrito…Debemos transformarnos…pasar por el estado de crisalida para romper luego el capullo y poder volar…Cambiar cada uno y no juzgar al otro…Ser menos materialistas.Buscar la verdad.y no creer q mi verdad es La Verdad…Compartir…Amar que no es lo mismo q querer…Darse a los demas sin dejar de amarnos a nosotros mismos porque no podemos dar lo q no tenemos…o nos salvamos juntos o seremos derrotados por el individualismo egoista.

    1. gorrión
      Responder

      Muchas gracias Marta.

  • Liliana
    Responder

    Muy entendible y verdadero!!!

    1. gorrión
      Responder

      Muchas gracias Liliana 🙂

  • Anónimo
    Responder

    Es la descripcion pura del espiritu humano… asi somos…

    1. gorrión
      Responder

      Muchas gracias por leer.

  • Anónimo
    Responder

    Excelente!!!

    1. gorrión
      Responder

      Gracias por leer.

  • Tatiana
    Responder

    Me siento identicada y agradecida por tan reales apreciaciones; muchas de ellas me hacen cuestionar un montón de cosas y autocuestionarme, otras son lo que pienso y no logro poner en palabras. Qué bonito poder encontrar producciones como esta: cargadas de verdades y con estilo personal, transmitiendo en todo momento ese llamado de atención hacia acciones cotidianas inconscientes, pero desde el amor.
    ¡Gracias por brindarte!

  • negro10
    Responder

    Gracias Tatiana 😉

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: