El cuento de la paloma

«A esa paloma la dibuja mi sobrina».

Sentenció con voz áspera mi compañero Hugo, al tiempo que me hacía abandonar la fase REM.

Adoraba las clases de historia del arte, aunque cansado, luego de un día de trabajo y cómodamente sentado en un aula semioscura, era infernal, casi siempre terminaba dormido.

La paloma de Picasso

Ese día me despertó mi compañero Hugo al expresar esta frase contundente mientras la profesora mostraba, como de costumbre, su serie de diapositivas. Presté atención, levanté la cabeza y observé que la imagen que hizo exaltar a Hugo, fue uno de los grabados de la serie de Picasso: “La paloma de la paz”.

Nuestra longeva docente, espantada frente al comentario lleno de verborragia, responde: “¿Cómo dice caballero?”.

“Si si, eso es un garabato que lo hace cualquiera, no me vengan con arte ni que ocho cuartos”. Dijo Hugo.

Pasaron unos segundos plagados de carcajadas, hasta que comenzó un silencio aterrador; la profesora inundada en ira, deja pasar otros segundos, toma aire y responde:

“Picasso fue un excelente ilustrador, no sólo tenía un pulso prodigioso sino que también era un gran observador. Podría haber realizado cualquier obra realista con un nivel de detalle superior a los pintores renacentistas. Él decide representar la paloma con un gesto, un pequeño esbozo capaz de sensibilizar y simbolizar la paz. Primero comenzó dibujando una serie de palomas realistas, de las cuales abstrajo elementos hasta llegar a este final. El arte no es tan arbitrario como usted piensa señor, y no creo que su sobrina pueda dibujar esta Paloma”.

Esa respuesta logró desasnarme de varias interrogantes. En realidad, yo pensaba igual que mi compañero, salvo que no tenía el coraje de decírselo de esa manera a la profesora; tanto a ella como a todos mis docentes de arte anteriores. Nunca entendí cuál era la diferencia entre las expresiones mundanas y el verdadero arte; evidentemente sabía que no era lo mismo una pintura de Miró, que el dibujo de un niño, pero no sabía por qué. Esta vez se revelo y pude comprender.

En la antigua Grecia, la diosa Afrodita tuvo como mascota una paloma, la cual sostenía en su pico una rama de olivo. Por otra parte, en los relatos bíblicos del cristianismo, la paloma es un símbolo del diluvio universal. Resulta que Dios cansado de la maldad de las personas, decidió exterminar la vida del planeta dejando sólo con vida a la familia de Noé; quienes le eran realmente fieles. Dios encargó a Noé crear un gran arca para cargar la pareja más pura de cada especie de animal; luego de esto hizo llover copiosamente hasta hacer desaparecer todo rastro de vida en la tierra.
Luego de cuarenta días se detuvo la lluvia, Noé abrió una ventana del arca y mandó una paloma para corroborar el fin de la inundación. Después de siete días la paloma regresó a salvo y con una rama verde de olivo en su pico, la cual indicaba que el agua había llegado a la superficie, por ende, Dios estaba nuevamente en paz con la humanidad.

El uso de este símbolo se intensificó en el siglo XX luego de que Picasso hizo una serie de ilustraciones alusivas para el congreso mundial de la paz de 1949, posterior al fin de la segunda guerra mundial.

Aún no tengo claro el verdadero significado del arte, pero ese día avancé unos pasos. James Whistler, un pintor norteamericano dijo una vez:

“Art happens”

Más que darnos una pista destierra toda idea de acercamiento; es una frase tan lacónica como intrigante; el arte no se explica, sucede.

El arte plasma inteligentemente los indicios de una búsqueda interior, es un proceso que decanta en un gesto; el que fuere, capaz de ser captado por nuestros sentidos. En esa búsqueda está identificada la búsqueda de muchos, sin embargo, sólo el artista es capaz de ponerla en escena. Todos necesitamos del arte; en algún punto, estamos esperando que alguien en el universo nos diga: “A mi me pasa lo mismo que a vos”.
La complejidad del arte está en el sentimiento inabarcable, en lo irracional, en la falta; no es un garabato de comienzo, sino un gesto abstracto del final.

A Hugo le importaba igual que a mi comprender esa cuestión, de lo contrario no hubiera dicho nada. Él se sentía indignado porque nadie era capaz de darle una respuesta satisfactoria, pero aquel día, tanto mis compañeros como yo, nos sentimos complacidos. Las cosas no son tan relativas a veces, ni subjetivas, prefiero llamarlas infinitas; como nos transmite entre líneas Borges en el Aleph. No es lo mismo la sinfonía veintiuno de Mozart para piano que el ruido del motor de un camión en marcha; porque en Mozart existe un camino, una búsqueda, tres mil horas de clarinete a sus diez años para luego abstraer su búsqueda en un combinar de notas audibles.

Afortunadamente existe Mozart, Picasso y otros tantos capaces de regalarnos esos sentimientos codificados para que nosotros luego tengamos la dicha de descifrarlos e identificarnos.

Ojalá nunca mueran los genios del arte, pero tampoco los docentes iluminados, esos que nos ayudan a entender la complejidad de las cosas. Y que siempre vivan los pibes rebeldes, esos que son capaces de despertar al más escéptico en medio de un profundo sueño.

1 COMENTARIO
  • DolgaAlvarez
    Responder

    muchas veces los sentimientos se reflejan o se deja en ver en todas las artes creativas La paloma no solo es el sìmbolo de la paz sino q es un ave q el destino puso en camino para la comunicaciòny su vuelo es suave y nos muestra la salvaciòn en algun momento de la vida…..

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