Los Argentinos

La primera vez que escuché hablar de los argentinos fue en la escuela, cuando la maestra nos enseñaba historia nacional era inevitable no relacionar la filosofía Artiguista con los federales. La Liga Federal o Unión de los pueblos libres, fue una confederación de provincias aliadas dentro de las provincias unidas del Río de la Plata, lideradas por José Gervasio Artigas, gobernador de la Provincia Oriental. Artigas estaba al frente de Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, entre otras. En esa época escuché nombres como Posadas, Pueyrredón, Alvear y Rivadavia. Aunque el personaje que más llamó mi atención fue el General San Martín; parece que cuando el directorio de Buenos Aires le ordenó aplastar a las tropas federales Artiguistas, el amigo desobedeció y se dedicó a liberar a Chile, Perú y el sur de Ecuador.

Los argentinos

Por lo tanto, mi primer contacto con los argentinos fue conciliador y no lo olvido más. No volví a recordarlos hasta que llegó Maradona. A mi padre le gusta demasiado el fútbol y siempre le escuche decir que Maradona era el mejor de todos, incluso mejor que Pelé. En mi caso, ávido también de fútbol, no estaba tan de acuerdo, había visto unos cuantos videos de Pelé y, en mi opinión, el negro era el mejor, hacía todo bien, le pegaba con las dos piernas, cabeceaba con excelencia, tenía más potencia, clavó más de mil goles y como si fuera poco, fue campeón con Brasil tres veces, siendo su primera a los diecisiete años. El viejo seguía pensando igual, sostenía que Diego era mejor, quizás por venir de un barrio humilde como el pibe de Villa Fiorito. Lo que sí es verdad es que Diego ayudó a mitigar simbólicamente el dolor del pueblo argentino por las Malvinas. Su pueblo fue víctima de la expoliación británica, pero un gordito de los suburbios se burló de los ingleses; le demostró a todo el mundo que sin tanques de guerra se puede combatir y ganar.

En fin, para mí ya eran grandes, tenían a San Martín y a Maradona. Lo malo vino después, con el paso del tiempo empecé a escuchar que los argentinos eran arrogantes, engreídos y soberbios; que siempre habían sido hijos nuestros; que le ganamos la final del primer mundial de fútbol a lo guapo y que tenían menos trofeos que nosotros; claro, siempre relacionado al fútbol, porque en mi país, Uruguay, si no te gusta el fútbol y el mate, estás frito, te hacen sentir extranjero.

Toda esa influencia me hizo transitar el mismo camino, al tiempo ya los estaba maldiciendo, pintándolos como sin vergüenzas y deseándoles las peores derrotas.

El tiempo pasó y cambió mi manera de pensar, dejé de tener sentido común; dicho de otra manera, evité juzgar al libro por la tapa; ese día comprendí querer a los argentinos, los sentí mis hermanos, logré superar el odio infundado por el entorno y comencé a observar otras cosas. Lo primero que vi fue que ellos nos quieren y nos respetan; aprendí que somos parecidos, hablamos igual, compartimos raíces, escuchamos las mismas músicas, nos alimentamos igual, amamos el tango, la milonga, los ritmos tropicales y el rock progresivo; compartimos villas, melancolías y nacimos con el sonido del bandoneón. Ellos tienen a Borges y a Cortázar y nosotros a Onetti y a Benedetti; adoran a Charly y nosotros a Mateo; admiran a Atahualpa Yupanqui y nosotros a Alfredo Zitarrosa y nos cruzamos en el río tantas veces como mariposas tiene el campo.

El primer niño generoso prestador de juguetes que conocí fue un argentino; mis abuelos eran caseros de un matrimonio italiano en Solymar, a pocos metros de ahí una familia argentina alquilaba una casa de veraneo, su hijo Hernán tenía casi mi edad, cuando llegaba al barrio venía corriendo a buscarme, si teníamos la suerte de encontrarnos nos dábamos un beso y nos íbamos al baldío a jugar a la pelota; era hincha de River, siempre me contaba historias de Buenos Aires y del fútbol argentino. Con los años no lo volví a ver, pero ese fue mi primer amigo Argentino.

A media cuadra de lo de mis abuelos también veraneaba una chica Argentina, hermosa, hablé algunas veces con ella, aunque nunca me dio bolilla. Las argentinas son más sofisticadas, de otra gama, tienen clase, manejo amplio del lenguaje y más profundas, con una mirada les hago una radiografía, hasta las feas son lindas cuando te hablan.

Saliendo de mi adolescencia conocí Buenos Aires, fuimos de vacaciones con mi amigo Martín que siempre me decía – Negro ¿Cuándo vamos a Buenos Aires? Y un día arrancamos.
Al llegar todo se multiplicaba, edificios, olores, gente, autos, marquesinas, teatros, cines, boliches, vidrieras, ancho de las calles, categoría de los restaurantes, absolutamente todo. Al principio la gente me parecía antipática, pero con el correr del tiempo empezaron a parecerme normales y cuando llegábamos a las charlas, estas también se multiplicaban en su profundidad, eran más sabrosas.

Pasaron muchos años y no volví a pisar tierra Argentina; un día me llegó una invitación para dar una charla en una universidad de diseño, vieron mis trabajos y me invitaron.
Allá fui, fue grato, el recibimiento, el trato, la gente de la universidad, lo recuerdo con cariño; trabajo hace quince años de diseñador en Uruguay, soy docente hace diez, pero fue Argentina la primer universidad que me abrió las puertas.

En el mundial de Estados Unidos 94′ llegaron a octavos de final Argentina y Rumania, no hablé con nadie que no deseara una goleada a favor Rumano, era tan arrollador el deseo de derrota para con los argentinos que sentí una deshonra pensar distinto. Y bueno, al final ganó Rumania y todos los uruguayos contentos (una infamia).
Cuando los españoles vinieron a colonizar América se utilizó una estrategia para vencer a los ejércitos precolombinos Incas, se trató de separar a las dos clases sociales Incas de distinto poder, poniendo al sector más desfavorecido junto a los españoles, así incrementaron sus fuerzas y vencieron con una vergonzosa actitud de manipulación. Como dijo Sun Tzu en El arte de la guerra: «Divide sus tropas y triunfarás«.

Nos han inculcado el odio por nuestros hermanos, pero no deseo eso, no quiero que gane Rumania; desconozco a los rumanos, no sé cómo piensan, qué comen, no conozco su música, nunca vi llorar a ningún rumano, probablemente nunca esté con una mujer rumana, para mi son desconocidos, quiero a mis hermanos, a mis amigos. Ellos me quieren, me valoran, me entienden; cómo no los voy a querer si me enseñaron a Sábato, a Borges, a Arlt, al Indio, a Spinetta; como no los voy a querer si fue Dolina que me enseñó que cuando una mina te deja en lugar de fastidiarla es preferible escribir poesía; cómo nos los voy a querer si los mejores versos que escribió Alfredo Zitarrosa fueron Diez décimas de saludo al pueblo Argentino ¡Cómo no los voy a querer!

44 COMENTARIOS
  • Ignacio Iglesias
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    Volvió la murga sobre el ala de un gorrión.

    1. pepe argento
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      La sonrisa de gardel ilumina la ciudad

  • Argentina
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    Mientras leía, vino esta frase a mi mente de Paracelso: Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas. Vos sí que te permitís conocer para amar. Muy lindas palabras!

  • diego carrizo
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    muy bueno y emotivo mi primer amigo prestador de carrito con ruedas de ruleta era el urugua el pibe nuevo del barrio me acuerdo y se me pianta un lagrimon

    1. gorrión
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      Gracias por leer Diego.

  • Anónimo
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    Es emocionante el sentir la hermandad latinoamericana.

    1. gorrión
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      ¡Gracias por leer!

  • Patricia
    Responder

    Gracias. Solo eso.

    1. gorrión
      Responder

      ¡Gracias a vos!

  • maria eugenia
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    Gracias!!! Me siento correspondida!!!!

    1. gorrión
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      Muchas gracias.

  • Anónimo
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    Gracias !!! Buena lectura para una fría mañana dominguera. Entibia el alma.

    1. gorrión
      Responder

      ¡Gracias por leer!

  • Edgar Arturo Gimenez
    Responder

    Muy lindo y sentida narración de parte de tu vida.
    Ojalá un día todos sientamos q la Hermandad latinoamericana debería ser lo primero.
    Abrazo desde mi provincia de Corrientes, Argentina

    1. gorrión
      Responder

      ¡Un abrazo para Corrientes!

  • Julian
    Responder

    La verdad muy bueno ,me atrapo tu historia q la lei d punta a punta, gracias

    1. gorrión
      Responder

      ¡Gracias por leer!

  • Daniel
    Responder

    Varios amigos uruguayos tengo excelentes personas como los colombianos bolivianos que también puedo contar entre mis amigos gracias por tu historia por siempre latinoamericanos todos somos la patria grande

    1. gorrión
      Responder

      ¡Gracias hermano!

  • Anónimo
    Responder

    Gracias negro un abrazo de lanus buenos aires 🙂

    1. gorrión
      Responder

      ¡Gracias a vos y aguante 2 Minutos!

  • Abel
    Responder

    Wow… Soy argentino, amo a Uruguay, cuando me dicen que los uruguayos no nós toleran, no lo creo o no lo quiero creer, prefiero seguir pensando que son mentiras de argentinos que no conocen el paisito, cuando me vengan a hablar mal de Uruguay o de su gente, yo le voy a copiar y pegar el link de esta publicación.
    Gracias hermano, vamos por la Unión Latinoamericana hermano.
    Vamo Arriba.

    Abel.

    1. gorrión
      Responder

      ¡Muchas gracias Abel!

  • Agustin Suau
    Responder

    Muy buena reflexión, soy Argentino de Santa Fe y acá como en el resto de las provincias del litoral tenemos todo en comun con los hermanos Uruguayos, es mas me atrevo a decir que de no haber sido por que así lo quizá el destino deberíamos ser parte del mismo país, de esa linda idea que tenia Artigas….PUEBLOS LIBRES!!!!

    1. gorrión
      Responder

      ¡Gran abrazo para Santa Fe!

  • nico
    Responder

    El pueblo, los más humildes.los y las trabajadoras,los estudiantes de la patria grande tenemos que unirnos y cumplir nuestros sueños de un futuro más justo para nuestros pueblos

    1. gorrión
      Responder

      ¡Así es Nico! Gran abrazo.

  • Maxi
    Responder

    Sobre el río mas ancho del mundo
    -tan ancho que podría ser un mar-
    viven y sueñan las dos capitales
    una pareja de amor inmortal.

    Aca esta ella, la audaz Buenos Aires,
    milonguera de luz infernal.
    Aca esta él, un tal Montevideo
    vagabundo de sangre real.

    Según dicen los mas veteranos
    siempre fue tumultuoso este amor,
    ella ardiente pagana imposible,
    él valiente tranquilo y cantor.

    Dios bendiga al Río de la Plata
    que tendió su marrón mas añil
    para unir dos amantes eternos
    bajo el mismo celeste de abril.

    Él opina que ella es la más linda,
    ella nunca ha dejado de amarlo.
    Según cuentan tuvieron un hijo
    que por siempre llamaron Don Carlos

    Buenos Aires y Montevideo
    bailarines de un tango febril,
    rioplatense atrevido y reo
    voz rebelde de un mismo país.

    Según dicen los mas veteranos
    siempre fue tumultuoso este amor,
    ella ardiente pagana imposible,
    él valiente tranquilo y cantor.

    Dios bendiga al Río de la Plata
    que tendió su marrón mas añil
    para unir dos amantes eternos
    bajo el mismo celeste de abril.

    -FALTA&RESTO- desde argentina un abrazo para nuestro gran hermano uruguay!

    1. gorrión
      Responder

      Mi más sincero respeto para la murga de las cuatro estaciones. Gracias por compartir estos versos.

    2. Anibal uruguay
      Responder

      Gracias por compartir este verso, y lo cual siento cierta vergüenza de no conocerlo siendo Uruguayo, un abrazo grande hermano Argentino,!!

  • alberto mattioli
    Responder

    Siempre me gustó el pueblo uruguayo… lo único que nos separa es un río…pero ojo en verdad nos une!!! Salud Orientales….

    1. gorrión
      Responder

      El río de los pájaros pintados. Gracias Alberto.

  • Roberto Tascón
    Responder

    Claro que somos hermanos!

  • Marcos
    Responder

    Está muy bueno, pero no puedo dejar de decir que los argentinos somos más que solamente Buenos Aires.

  • Rodrigo
    Responder

    Excelente escrito! !. Mi gran amigo es Uruguayo y sabes donde nos conocimos y aún vivimos? En Río Gallegos! ! Gracias

  • Rubén Bañay
    Responder

    Excelente relato. Despierta tantos sentimientos, que te remontan a la niñez individual, y tratar de reconstruir la vida, a ver dónde los colores (de cualesquiera sean las características y portadores) fueron capaces de separar amistades e impedir otras.

  • Gustavo
    Responder

    Argentinos y Uruguayos, hermanos por siempre. Gracias por tus palabras hacia mi País

  • Julio
    Responder

    Muy lindo

  • Anónimo
    Responder

    Los hermanos uruguayos , los que permitieron a los ingleses usar su espacio aéreo , si los hermanos uruguayos

  • victor hernandez
    Responder

    La verdad muy emotivo , y sincero , asi lo siento desde fiorito de donde era el diego , gracias

  • Emilio Santabaya
    Responder

    Excelente. Luego de más cien viajes cruzando el charco habitualmente a ver amigos y compartir con ellos momentos muy gratos desde la feria de Tristán Narvaja hasta los rincones de la vieja Montevideo incluso los más escondidos por la prensa y la gente. Siento que somos dos gotas de agua, con ventajas en varios sentidos para los orientales. Son pocos, han tenido en sus disensos, mayor coherencia política. Han preservado valores muy importantes que siguen impresos en la gente, aún la más humilde. Son en geeneral más educados. El liceo es obligatorio y público. Tengo primos. Pero por sobre todo parentezco tengo verdaderos amigos a los que quiero como hermanos.

  • Emilio Santabaya
    Responder

    Mis primeros contactos con tu paisito Gorrión, Y si te tuteo es que soy ochentón, fue por el 60. Me alojé en el Palacio Salvo. Uno de los mayores expertos en tango, de este lado del Plata fue el Dr. (abogado) Luis Adolfo Sierra. Me dirigió a D. Horacio Loriente, que vivía en un barrio por av. Millán, y era, me dijo, el mayor sabio en el tema. Así ingresé a la Academia del Tango de la ROU y expuse por 21 años. Fue gratificante, para un investigador en Salud Pública y prof. en la Univ de Bs As, que si bien había leído, tenía sus dudas. Que D Horacio disipaba. Todos me recibieron como un hermano y lo somos aún, en muchos sentidos.

  • gorrión
    Responder

    Grande Emilio, que linda historia y cuanto tango bañado por las orillas del plata; gran abrazo y gracias por leer.

  • Pablo
    Responder

    Felicitaciones negro! elegante como siempre, sincero, y ameno!

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