Orgón

Atropellado, aturdido, anquilosado, necio y anegado.
Anhelas el etéreo, pero la nostalgia te azuza como el filántropo al doctor.
El miedo te hace díscolo con tus queridos, pero obsecuente con tu amo.
Presumes la soberanía que careces, pero tu cobardía se huele a una versta.
El niño reconoce tu miserable fraude, demagogo, charlatán y pretencioso.
Los tuyos disputarán tus bienes, mientras olvidan tus discursos filisteos.
Sin embargo veo una luz colarse entre la celosía.
Preguntas rojas y réplicas negras exceden el límite del papel nuevamente.
Así te permites fallar, consciente, lumínico, neumático, nouménico.
Olvidas el glosario y te deslizas por las teclas como Aquiles en la arena.
Astuto como el zorro, paciente como la serpiente, liviano como la mariposa.
Tu entropía es la alquimia del orgón para emprender el denodado viaje.
En tanto padeces el oprobio de ese fondo, nace tu grandeza de ser nadie.

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