Belda cicatriz

Un calor estoico que brota de las cenizas,
el halagüeño trueque de vetustos miedos,
una consciencia nace de la verdad exhumada,
como la fruta madura que abraza el árbol,
y encarna la propia virtud perdida;
una marchita flor se muere hidalga
y palpita tibia en maternal regazo;
un incómodo sueño de anhedonias anda,
a tientas,
a golpes,
pero un dolor le fragua la belda cicatriz,
fragante,
frugal,
prudente,
se atenúa la vibración espúrea,
para templar la mente,
como la espada afilada que va a la lucha,
soberana,
lacerante,
librando el necio trajinar errante,
se divisa clara,
parece acercarse,
pero se aleja,
para seguir andando.

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