Fruto de la publicidad

Moralista sin ética,
fruto de la publicidad,
encandilado masticando embustes,
soñando jingles y tarareando rimas;
de retórica fácil y estribillo sensiblero,
congratulando compras y calificaciones,
escogiendo prendas y perfumes vulgares,
angustiado por tu cabello y la cosmética.
Compras rejas temeroso para salvar el culo,
pero cantas el himno desenfrenado
en todo show de entretenimiento,
filosofando fútbol y poliquetería,
confinado a la demagogia y al verso labil,
lagrimeando tus emociones adulteradas,
una y otra vez, sobredosis de streaming.
Zapatitos de gato y lenguaje de almacén,
festejas la gula y el chiste barato,
y te empastillás para poder dormir.
Constreñido, timorato, previsible, obstinado.
Disfrazas el miedo para sentirte parte
en ese gueto hipócrita, desesperado,
sin ideología, ironía ni empatía.
Condescendiente con el amo,
pero soberbio con el peregrino.
Hijo de la televisión
y de los memes de Internet.
Anhelas lo que no sos
y aparentas la clase
que nunca vas a tener.

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