Buscad primero…

«Así que buscad primero el reino de los cielos y su justicia,
y todas las demás cosas se os darán por añadidura.»
Mateo 6:33

¿Qué quiso decir Jesús a los apóstoles?

Supongamos que Jesús existió, eso dicen los registros evangélicos que cuentan sus vivencias a lo largo de sus treinta y tres años, ¿es importante que haya existido? No. Sí importa su prédica, su peregrinación y su metafísica. Si no existió, existió aquel que lo inventó, al ser capaz de inventarlo, fue capaz de serlo. Al igual que Sócrates, no dejó obra escrita, lo conocemos por Platón; ¿es importante que Sócrates haya existido?, No. Sí importa su reflexión, su práctica y su cosmología. De no haber sido real, real fue Platón. Hay otra figura, Lao-Tse, a quien le adjudican el Tao Te Ching, y tampoco lo escribió él, sino sus discípulos. Ninguno dejó obra escrita.

Sócrates sostenía que los libros eran vida muerta, experiencias de otro, que al fin y al cabo, coartan la chance de que vivamos nuestra propia vida. No sé si Cristo y Lao-Tse compartían esta idea de Sócrates, pero a ellos los conocemos a través de escribas, y también es cierto que los escritores, mentimos un poco; ¿es importante? No. Importante es vibrar e identificarme con lo escrito. ¿Cuál es la vida real? No lo sé, antes debería saber quién soy, condición sine qua non para descubrir el resto. Eso lo sabe alguien de conciencia plena. Es lo que tienen en común estos personajes, han sido seres de conciencia total; y quizás sus posteriores doctrinas aspiraban a la obtención de esta conciencia; aunque somos los seres humanos inconscientes y contradictorios los que idolatramos y tergiversamos lo esencial antes de despertar. No llegamos a comprender el significado, no sabemos leer el cielo.

Las culturas precolombinas (mayas, aztecas e Incas) y por supuesto otras que mi ignorancia no me deja mencionar, observaron al cielo para encontrar respuestas. Respuestas que se manifestaban de acuerdo a las leyes naturales, no a las leyes mundanas. Se me hace imposible no traer a la memoria la cita de los Redonditos de Ricota en su canción Nuestro amo juega al esclavo:

“¿Qué botines esperan ganar?, si nunca un perro mira al cielo.”

La ley natural debe estar por encima de la ley de los hombres, como expresó Henry David Thoreau en Desobediencia Civil :

“Si una ley es injusta, justo es desobedecerla.”

Thoreau dijo lo mismo que Cristo. El reino de los cielos es la ley natural, y colocar al hombre en lugar de Dios es la razón principal de las peores atrocidades. Ninguno de ellos dijo que Dios fuese humano, castigador y vigilante, jamás hubieran expresado algo así, su lenguaje es en clave, en forma de parábolas, de ahí que las doctrinas religiosas terminaran interpretando barbaridades. Dios, el reino de los cielos, el todo, el campo unificado, o cómo se le quiera llamar, es un estado de conciencia plena capaz de interpretar nuestras emociones.

Como es arriba, es abajo; como es afuera, es adentro; como es negro, es blanco; ese es el principio de correspondencia de la ley hermética del Kybalion. La conciencia no niega lo negativo, lo comprende como parte del todo y lo transmuta. Si lo comprende como parte del todo, no lo niega; si no lo niega, no no lo endilga a los otros, y si no lo endilga a los otros, los otros no son mi amenaza.

Dijo Borges:

“Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Por eso no es injusto que una desobediencia en un jardín contamine al género humano; por eso no es injusto que la crucifixión de un solo judío baste para salvarlo. Acaso Schopenhauer tiene razón: yo soy los otros, cualquier hombre es todos los hombres, Shakespeare es de algún modo el miserable John Vincent Moon.”
Ficciones

Por eso Jung dedicó su vida a estudiar a los alquimistas antes de comprender la psique humana. Los alquimistas no estudiaban el comportamiento químico de los metales para enriquecer sus arcas, sino para comprender el comportamiento de ellos mismos, así lograr la transmutación.

“Nosce te ipsum”

Esta era una inscripción que aparecía en el templo de Apolo, atribuida a los siete sabios de Grecia, la cual data de finales del siglo V A.C. Fue la respuesta de Apolo a la pregunta de Quilón de Esparta:

“¿Qué era lo mejor que podían aprender los hombres?.”

Casualmente cinco siglos A.C, según la tradición, Gautama Buda en uno de sus viajes ofreció esta respuesta:

“No creas en algo porque lo has oído. No creas en algo porque es dicho y muchos lo rumorean. No creas en algo porque se encuentra escrito en los libros religiosos. No creas en algo por la autoridad de tus maestros y ancianos. No creas en tradiciones porque han pasado de mano en mano durante muchas generaciones. Sólo después observar y analizar, cuando encuentres algo que es acorde a la razón, conducente al bien, benéfico para uno y para todos, entonces acéptalo y vive de acuerdo a eso.”

Gautama refutó a los charlatanes, Sócrates a los sofistas y Cristo a los fariseos.

¿Cómo diferenciar al maestro auténtico del charlatán?

No existe suceso, tierra prometida ni pastilla mágica. El suceso es fruto del proceso; no es placentero ni popular, es doloroso y lento. Verme a mí mismo como a los otros es incómodo, pero no hay otra forma de emancipar la conciencia.

“Si lo puedes ver en el otro, lo puedes ser.”

No son las cosas, no son las personas, no son los lugares; somos nosotros en relación a ellas. Por eso un charlatán es demagogo y convincente, porque intenta ahorrarnos el trabajo sucio. Un maestro no ofrece recetas ni endulza los oídos; sino que reflexiona retóricamente. Al igual que provocan los poemas del I Ching para que vayas a buscar tus respuestas.
La principal guerra de Odiseo no fue Troya, sino su vuelta a Ítaca; eso nos dijo Homero entre líneas. Odiseo vivió dos guerras, una externa y otra interna; como hay afuera, hay adentro.

La doctrina positivista ha negado los procesos de la mente, atribuyendo la vida únicamente a lo exterior; depositando las fichas en una entelequia mal llamada “ciencia”; la que nada tiene que ver con ella. Un ateo niega la metafísica y las leyes naturales al tiempo que deposita su fe en la “ciencia”, mas curiosamente, los verdaderos científicos buscaron a Dios; sí, a Dios, porque sin conciencia no hay respuestas.

La psique humana quedó al servicio de la psicología materialista Freudiana, vituperando y denostando la obra de Jung. No obstante, no niego a Freud, fue un investigador y escritor extraordinario; ahora, como le dijo Jung cuando observaban las causas de la neurosis, el inconsciente humano no puede limitarse a lo reprimido, es más que eso, hay un inconsciente colectivo, no nacemos como una tabla rasa, hay un registro anterior. He aquí su fuente, una entrevista realizada a Jung por el Dr. Richard I. Evans, miembro del Departamento de Psicología de la Universidad de Houston.

Jung dedicó su vida de científico a investigar la psique humana y comprender el mensaje de los maestros.

Cristo, Sócrates, Lao-Tse, Buda y otras tantas mujeres que desconocemos, afirmaban lo mismo; si no eres capaz de emprender el viaje hacia ti mismo, seguirás durmiendo. No sabiendo diferenciar entre lo real y lo ilusorio, seguirás buscando amenazas externas y justificando tus emociones negativas. Seguirás sin aceptar tu ignorancia. Seguirás siendo un esclavo.

Descartes, en el discurso del método y sus meditaciones de metafísica, coincide con la diferenciación que hizo Kant entre razón pura y la razón nouménica. Manidamente, ambos se hicieron esta pregunta:

¿Qué es real y qué no?

Jung estructuró a la psique humana de la siguiente manera:

  • Ego (pensamientos, recuerdos y emociones de los que estamos al tanto)
  • Inconsciente personal (complejos, olvidos y represiones)
  • Inconsciente colectivo (tradición recibida de otras generaciones)
  • Arquetipos
    • Anima (lo eterno femenino en el inconsciente del hombre)
    • Animus (lo eterno masculino en el inconsciente de la mujer)
    • Personaje (el estereotipo que tenemos de nosotros mismos)
    • Sombra (las emociones negativas)
    • Self (sí-mismo)

He aquí un esquema aproximado que representa las capas de una cebolla, pero solo es un esquema teórico genialmente abstraído, no un mapa de salvación.

¿Cómo llegar al self?, ¿cómo conocerme?, ¿cómo comprender al reino de los cielos?, ¿cómo distinguir entre sabios y charlatanes?, ¿cómo descubrir lo real?

Este fue el proceso de observación de Cristo hasta sus 30 años, esta fue la vuelta de Odiseo a Ítaca, este fue el viaje de Buda; una rendición completa ante la ignorancia, un viaje hacia la conciencia.

¿Vamos?

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